El estrés en los cuerpos policiales

Juan Alcaraz Días (Asuntos Policiales)

El estrés ignora las diferencias de cultura, de sexo, de religión o de raza. No podemos verlo, ni tocarlo; pero más de uno se ha sentido alguna vez como el corazón latía más rápido de la cuenta; los músculos crispados o las manos y los pies helados. Señales todas ellas de que el cuerpo se ha puesto en alerta para luchar o para huir.

Todo el mundo sabe lo que es el estrés, pero solo se convierte en motivo de inquietud cuando causa problemas. Se ha establecido una relación de causa-efecto entre el estrés y las enfermedades del corazón, la hipertensión, la arritmia; las úlceras y otros trastornos gastrointestinales; los problemas pulmonares y afecciones de los músculos y del esqueleto; etc. También se sabe que es un factor de agravación para una multitud de trastornos psicosomáticos generalizados. Estos trastornos son -probablemente- los que originan más del 75% de las consultas médicas.

No obstante, en determinadas circunstancias, el estrés puede ser realmente desagradable. Numerosas profesiones son, por propia naturaleza, generadoras de estrés y precisamente por ello, por las tensiones que engendran y los desafíos que se presentan; hace que sean elegidas tanto por hombres como por mujeres. Aunque también es cierto que, muchos de ellos, desconocen los efectos nocivos que, a la larga, éste pueda tener en su salud física y mental.

Por ello, los Cuerpos Policiales deben de tener en cuenta los efectos del estrés sobre su personal, tanto en el desarrollo de la carrera profesional como en los servicios operativos y de gestión. Trabajar en la Policía es, a menudo, difícil y complicado. El ritmo de trabajo suele ser fuerte, las responsabilidades muchas y el margen de error inexistente. El Policía debe de mantenerse siempre en estado de vigilancia para poder reaccionar de manera instantánea a las incidencias que se le presentan. Hay turnos de trabajo que son agotadores -bien sea de día o de noche- porque la seguridad pública debe de estar garantizada las 24 horas del día. También servicios de investigación que no pueden ser relevados; visitar varias ciudades en un sólo día en tareas de protección o estar en la carretera varios días en un asunto de seguimiento y vigilancia.

Reconociendo que, más allá de cierto límite, no hay nada que hacer o muy poco para reducir las tensiones que se producen en muchos Servicios; se podría combatir el problema a través de una formación inicial, continuada con la realización de Seminarios. El objetivo sería enseñar al personal policial a enfrentarse al estrés cotidiano, esté o nó relacionado con su trabajo. Los Policías podrían descubrir así, diferentes métodos para luchar contra el estrés, evitando que el mismo se convierta en un obstáculo en su vida diaria, sin olvidarnos del desarrollo de actividades deportivas.

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La forma física debe de formar parte de las exigencias del oficio. Todo el mundo sabe que un cuerpo en buenas condiciones físicas aguanta mejor el estrés que uno que no lo esté. Pasada la alerta, un organismo saludable recupera la calma con más rapidez. Aunque hay que tener en cuenta que, un exceso en este campo, puede favorecer más el estrés que el bienestar. Esto nos puede llevar a otro asunto importante: el efecto tranquilizador de la actividad física depende, -en gran medida- del desgaste físico y de la forma en que la persona lo considera.

Algunas veces, el Policía por sí solo, no podrá hacer frente al problema de estrés y entonces habrá que poner en marcha un Plan de Ayuda Personal, que contara con psicólogos especializados para ayudarles, tanto a ellos como a sus familiares, a superar cualquier situación crítica que les pueda llevar al alcoholismo o al fracaso matrimonial; y decidir así, si es capaz de continuar con su trabajo o debe de ser dado de baja por enfermedad.

Toda mi vida profesional -casi 45 años de servicio- he echado en falta una asistencia como la descrita línea arriba. Es importante formar tanto a los mandos como a los subordinados para que conozcan los factores del estrés y la forma de reaccionar ante los mismos. Los que requieran ayuda deben poder consultar con un especialista que los trate de manera confidencial, dada la delicadeza del asunto. Cuanto más conocido sea el Plan de Ayuda Personal, más se recurrirá a él.

Soy consciente de que nuestra organización policial, a través del Servicio Sanitario, sabe que no hay mucho que hacer para reducir el estrés a que están sometidos nuestros Policías ya que, a la mayoría de ellos, les gustan las dificultades que encuentran en el ejercicio de su profesión. El Plan de Ayuda Personal debería tener como objetivo, proporcionar a los funcionarios los medios para medir los efectos del estrés nocivo y del benéfico, para así poder lograr un equilibrio, aunque fuese frágil.

En el ámbito laboral, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, en una Sentencia de fecha 01.06.2017, permite que el estrés se considere un accidente de trabajo. En este sentido, ha concedido la incapacidad permanente total a una trabajadora, directora de fábrica, que padecía un síndrome resultado de un estrés laboral crónico, como resultado de la forma en que desempeñaba su actividad, siempre de forma exhaustiva, autoexigente y con gran responsabilidad.

Seguro que éste será el camino que nuestros Juzgados de lo Social, seguirán.